Medir el tiempo, tener el control de los días vividos y prever lo que haremos. De eso se trata cuando miramos el calendario pegado en la heladera de cada casa.
Llamó la atención a muchos mendocinos que transitando los primeros día de este 2020 no pudiéramos reemplazar el almanaque que nos regiría este año. Entonces la pregunta se hizo periodística: ¿Por qué no hay almanaques de papel 2020? Dos imprenteros coinciden en que la crisis alcanzó a este producto tradicional de cada fin de año y por los costos se han disminuido a una ínfima expresión los pedidos de confección de calendarios impresos.
Para el imprentero Mario Camaza la razón de la falta de almanaque es la crisis económica en que estamos sumidos. Reseña que su empresa cuenta con una cartera de 400 clientes, la mayoría pymes y detalla que «unas 180 empresas me encargaban para hacer almanaques y ahora este año no llegaron a 30 los pedidos» El empresario revela que el costo de un almanaque de dimensiones «grandes» de 30 por 45 centímetros, tiene un costo por unidad de 40 pesos.
Esto ha hecho que se caiga la demanda y quienes se animan a encargar almanaques promocionales pagan por partidas muy acotadasm revela Camaza. «Antes se hacían entre 700 a 1000 almanaques por pedido, ahora se hacen hasta 300 nada más. Todo se ha reducido», concluyó.
Más taxativo es Jorge Palero de «Palero Impresores». Para él, el calendario de papel «es un negocio que murió por el alto costo y la digitalización de los almanaques a través de computadoras y teléfonos celulares».
Palero se ubica como receptor de almanaques por parte de sus proveedores (como una papelera) que cada fin de año le mandaban calendarios a modo de salutación para su empresa para «graficar» este estado de crisis y cambio de época. «Nosotros recibíamos no menos de 20 almanaques por año y ya este año no llegó ninguno» detalló Palero quien también es un dirigente radical y ha sido hasta 2018 senador provincial.
Para concluir el empresario y contador público expresó una situación familiar. «Imagínese que mi madre acostumbrada al calendario papel me ha pedido muchas veces y no he podido satisfacer su inquietud», confiesa.
De este modo muchas señoras y señores análogos tendrán que consultar su teléfono móvil para conocer la fecha del día que viven. Tendrán que pedir ayuda a sus sucesores digitales para mirar los calendarios virtuales.
Mirarán sus heladeras y terminarán añorando aquellos días en deshojaban el almanaque o marcaban las fechas importantes que no debían olvidar. Ellos sentirán que el tiempo se detuvo y en realidad cambió por esta nueva crisis económica que padecemos y por la tecnología que terminó por «quemar» el calendario.