Oct 13, 2021
El 13 de octubre de 1980 la cúpula de la dictadura cívico-militar argentina se negaba a asumir la noticia que les llegaba desde la Embajada de Noruega en Buenos Aires, en la que se les notificaba la distinción de Adolfo Pérez Esquivel como Premio Nobel de la Paz.
Hasta ese momento, Adolfo Pérez Esquivel era un hombre desconocido para gran parte del pueblo argentino. Nacido en San Telmo, arquitecto, escultor y docente, a principios de los años 70 se comienza a involucrar en movimientos que luchan por la paz. Participa activamente en la fundación del “Servicio de Paz y Justicia” -un movimiento en defensa de los Derechos Humanos en latinoamericana-; en el nacimiento del “Movimiento Ecuménico Paz y Justicia” conformado junto a diversos grupos cristianos. Y, pocos años más tarde, en la creación de la “Asamblea Permanente por los Derechos Humanos” (1975).
Por su tarea junto al Servicio Paz y Justicia -que continúa en actividad en Costa Rica, Chile, Brasil, Nicaragua, México, El Salvador- es que Pérez Esquivel fue distinguido con el Premio Nobel de la Paz, que recibió en nombre de los pueblos de América. La distición, además, permitió dar a conocer al mundo el plan de exterminio sistemático llevado adelante por la última dictadura cívico-militar.
«Con humildad estoy ante ustedes para recibir la alta distinción que el Comité Nobel y el Parlamento otorgan a quienes han consagrado su vida a favor de la paz, la promoción de la justicia y la solidaridad entre los pueblos. Quiero hacerlo en nombre de los pueblos de América Latina, y de manera muy particular de mis hermanos los más pobres y pequeños, porque son ellos los más amados por Dios. En nombre de ellos, de mis hermanos indígenas, los campesinos, los obreros, los jóvenes, los miles de religiosos y hombres de buena voluntad que renunciando a sus privilegios comparten la vida y camino de los pobres y luchan por construir una nueva sociedad.
(…) Me siento emocionado y a la vez comprometido a redoblar mis esfuerzos en la lucha por la paz y la Justicia. Puesto que la paz sólo es posible como fruto de la Justicia, que esta verdadera Paz, es la transformación profunda de la no-violencia que es la fuerza del Amor.
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Tres años antes de recibir el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel había sido secuestrado, torturado y privado de su libertad durante 14 meses. Fue bajado de uno de los «vuelos de las muerte” al ser reconocido por uno de los pilotos. Dos días después de recibir el Nobel, le quisieron disparar desde un auto. En ese mismo instante, se cruzó un taxi que le salvó la vida.
«Es evidente que en Argentina no se respetan los derechos humanos: existen miles de desaparecidos, los niños nacen en las cárceles… Nuestro trabajo consiste en buscar una solución a este drama por la dignidad de la persona … Y continuar el trabajo para crear una sociedad en la que el hombre pueda vivir más dignamente”, dijo en la primera conferencia de prensa que dio tras recibir el premio.
La noticia de su selección ocurrió en 13 de octubre, la distinción -que consta de medalla, un diploma y un premio monetario- pero el acto oficial se realizó el 10 de diciembre de 1980. Lo que recibió, lo puso a disposición de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Si bien el Comité Nobel elige a sus premiados de entre quienes hayan hecho «el mejor trabajo o la mayor cantidad de contribuciones para la fraternidad entre los países, la supresión o reducción de ejércitos, así como la participación y promoción de congresos de paz y derechos humanos en el año inmediatamente anterior”, en el caso del Premio Nobel de la Paz, no se enumeran las razones concretas de la elección, aunque se dejan entrever en el anuncio.
«(…) Pérez Esquivel es uno de los argentinos que han aportado un poco de luz a una noche profunda, a través de una política de no violencia», destacaron en el anuncio oficial.
En su momento, el Comité informó que para la elección de Pérez Esquivel se siguieron los mismos principios que guiaron la concesión del premio al ruso Andrei Sajarov, el físico ruso que se opuso a los misiles balísticos con cabeza nuclear.
Durante la década del ’70, se dedicó a viajar por el mundo y a diseñar programas de ayuda y desarrollo para comunidades indígenas latinoamericanas, movimientos obreros y otros grupos de personas necesitadas. Tras recibir el Premio Nobel, continuó recorriendo todos los países latinoamericanos golpeados por sus dictaduras militares y continuó con sus acciones en Argentina y en el mundo en defensa de la vida, la educación para la Paz y los Derechos Humanos.
En el continente latinoamericano ha participado de muchas campañas entre las que se pueden mencionar la resistencia contra la invasión de Panamá por parte de Estados Unidos, el Barco de la Paz a Nicaragua en 1984 en apoyo a la Revolución Sandinista y la campaña contra la guerra civil en El Salvador. En febrero de 1995 encabezó la Misión de Paz del Servicio Paz y Justicia a raíz de la guerra entre Perú y Ecuador, visitando ambos países en sus zonas de frontera.
Frente a situaciones de conflicto internacional ha contribuido con otros Premios Nobel en misiones como el Barco de Solidaridad a Polonia, y en campañas frente a la grave situación del Apartheid en Sudáfrica, en Afganistán, en Irak por el conflicto de Medio Oriente, en el Tíbet por la ocupación China y ofició de mediador ante diversas solicitudes como por ejemplo entre la ETA y el gobierno de España.
Pérez Esquivel es uno de los cinco argentinos que recibieron un Premio Nobel. Antes lo habían recibido :
Y posteriormente:
Hoy, Adolfo Pérez Esquivel tiene 88 años y desde entonces continúa militando con la misma convicción y los mismos horizontes políticos que en 1980: “la Paz sólo es posible como fruto de la Justicia«.