Nov 03, 2021
Dora Giannoni fue su compañera durante los años de terror y exilio. Bajo estado de sangre, como el propio Tejada Gómez definió. Para Dora, Armando está más vigente que nunca:
“Cuando evoco a Armando no puedo dejar de ser parcial. La vida de Tejada Gómez fue amplia, profunda e intensa. El fue un viento arrasador. Era Zonda por momentos y Pampero cuando hablaba de ternura y las cosas simples de la vida, que estaba tan presente en su obra. No sólo fue un poeta combativo y combatiente, fue el poeta de las simples cosas. Por eso el tenía la costumbre de regresar a los viejos sitios donde amó la vida“.
“La obra de Armando Tejada Gómez tiene notable vigencia. Hoy lees Hay un niño en la calle, que fue escrito hace medio siglo, y los pibes siguen en las calles. Escuchás Un grito de ida y vuelta, y los cipayos son los mismos. Es impresionante. Siempre digo qué, con la poesía de Armando me pasa lo mismo qué con la biblia: ante cada circunstancia de la vida, Armando escribió algo que se puede relacionar”.
Oriunda de 9 de Julio, provincia de Buenos Aires, quien fuera compañera de vida del poeta recordó como conoció a Tejada Gómez:
“Con mi hermana teníamos la costumbre de recorrer el país y ese verano fuimos a La Rioja. Lo primero que hicimos fue concurrir a la Dirección de Turismo. Ese día hizo tanto calor que nos mandaron a un lugar muy lindo en Sanagasta. Allí fuimos junto con mi hermana y dos amigas. El estaba allí junto a una de sus hermanas. Yo era profesora de lengua castellana y él un poeta sin escuela. Entablamos conversación y me dijo: yo me voy a casar con vos. Me causó una gracia angustiosa porque yo tenía novio en 9 de Julio. Nada en la vida es casual. Hay algo que predestina y orienta una cuestión universal. Todo está relacionado. Todo tiene que ver con todo”.
Giannoni comentó que la ciudad de 9 de Julio le va a brindar un homenaje muy particular: “El estaba enamorado de una plaza de mi pueblo. La Plaza de los Tilos. El decía que pocas veces había visto una plaza tan hermosa. Era lo más distintivo de mi ciudad, el aroma de los tilos. Hoy, esos tilos ya no están, pero ese espacio verde, cuando concluya esta pandemia, tendrá el nombre de Armando Tejada Gómez“.
“La obra de Armando Tejada Gómez tiene notable vigencia. Hoy lees Hay un niño en la calle, que fue escrito hace medio siglo, y los pibes siguen en las calles. Escuchás Un grito de ida y vuelta, y los cipayos son los mismos”
Gloriana Tejada Gómez es su hija mayor. Tiene la vocación por el canto y está a cargo del cuidado del patrimonio artístico de su padre. En diálogo con Héctor Minutillo, sus recuerdos evocan una infancia feliz:
“Tener como padre a semejante poeta es muy bonito. Siempre recuerdo los hermosos cuentos que nos contaba. Cuando Papá viajaba contaba anécdotas hermosas. Fue maravilloso transitar mi infancia junto a Papá“.
Gloriana recordó la vida nocturna del padre, entre peñas y giras, con ojos adolescentes: “Me adapté a las ausencias de Papá. El viajaba mucho a las peñas de las provincias. Lo que siempre recuerdo es que venía a buscarnos junto a mi hermana cuando salíamos de la escuela secundaria. Teniamos 13 o 14 años, una edad que habitualmente molesta la presencia de los padres, pero lo gracioso es que a nosotros nos parecía fantástico. Fue un padre muy presente teniendo en cuenta la vida que le tocó llevar“.
Gloriana contó cual era la gran pasión de Armando Tejada Gómez: “Era un gran cocinero. Disfrutaba mucho compartir la comida que él hacía con las personas que quería. Así nació el libro del Canto de las Comidas. El decía que la cocina era el lugar por excelencia para mostrar afecto“.
Era un gran cocinero. Disfrutaba mucho compartir la comida que él hacía con las personas que quería. Así nació el libro del Canto de las Comidas. El decía que la cocina era el lugar por excelencia para mostrar afecto
En 1950 comenzó a trabajar de locutor en LV20 Radio de Cuyo. Allí conoció al músico Oscar Matus, con quién lo unió una larga sociedad musical. Juntos escribieron canciones imborables: “Los hombres del río”, “Coplera del viento” entre otras. Su carrera cambió radicalmente cuando orientó su poesía hacia la problemática social. El poema Un niño en la calle, de 1955, fue un ejemplo del nuevo rumbo:
A esta hora exactamente hay un niño en la calle.
y saber que a esta hora mi madre está esperando,
quiero decir, la madre del niño innumerable
que sale y nos pregunta con su rostro de madre:
qué han hecho de la vida,
dónde pondré la sangre,
qué haré con mi semilla si hay un niño en la calle.
En 1963 la joven cantante Mercedes Sosa se sumó a la sociedad Tejada Gómez-Matus. Juntos grabaron La Voz de la Zafra, con música de Matus – marido de Sosa – y letras de Tejada Gómez. Fue un éxito instantaneo. Fue el renacer del folclore argentino. Letras comprometidas en días de proscripciones políticas.
El éxito motivó la creción del movimiento Nuevo Cancionero. El país integrado en búsqueda de un contenido genuinamente popular. Su arte trascendió fronteras. Canción con todos, compuesta en 1969, con música de César Isella, es considerada un himno continental. En aquellos días, Tejada fue parte de la primera delegación artística que viajó a Cuba. Allí conoció a la Nueva Trova, encabezada por Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. Ese acercamiento le valió amenazas, atentados y el exilio.
Proscripto durante la dictadura, en 1978 fue a probar suerte a España. Allí se encontró con Horacio Guaraní, otro prohibido del terror. Héctor Minutillo entrevistó a Horacio Guaraní Rodríguez, hijo del mítico cantor santafesino, quien recordó el auto-exilio español de Tejada Gómez:
“Era un gran amigo de mi viejo. Se conocieron en Mendoza, cuando Armando le alcanzó uno de sus libros. Luego, con el Nuevo Cancionero comenzaron a trabajar junto a Matus y Tito Francia. Luego se encontraron en España. Armaron una mesa hermosa de exiliados junto a Hamlet Lima Quintana, Carlos Alonso y mi viejo. Después apareció un joven Enrique Llopis. Tantas noches, tantas cosas”
Armando te hablaba con verdades muy grandes. Un tipazo con el cual podías hablar de cualquier cosa. Era muy agradable escuchar esas conversaciones en rima, poesía y prosa. Carlos Alonso pintaba. Eran muy locas esas noches en Madrid.
Mi viejo comenzó a codearse junto a Armando escuchando mucho a los viejos folcloristas del norte. Ambos tenían un respeto muy grande por ellos. Aprendieron de ellos a escuchar y expresarse. Escuchar los temas, comprenderlos y luego saber que cantaban. Ni mi viejo ni Armando querían ser famosos. Lo fueron por el trabajo que pusieron para que se reconozca la música folclorica.
Ambos tenían un respeto muy grande por ellos. Aprendieron de ellos a escuchar y expresarse. Escuchar los temas, comprenderlos y luego saber que cantaban.
Armando Tejada Gómez falleció en Buenos Aires el 3 de noviembre de 1992. Tenía 63 años. Su obra ha sido motivo de estudio en diversas universidades internacionales. Pero sobre todo, motivo de inspiración para cientos de músicos. Para el guitarrista mendocino Pablo Budini “Uno va creciento y comprendiendo la obra de Armando. Canción de todos es una obra majestuosa que reune poesía, descripción y una fuerte carga emocional. Con el tiempo va agigantando la figura de Tejada. Es como Gardel o Piazzola. Mientras más lo investigás, Tejada se hace más grande e inagotable. Es un norte para todos los que amamos la palabra. Dueño de la mendocinidad y el gran talento”.
El Dúo Nilda Godoy-Cacho Hussein reversionaron 20 poemas y canciones de Alberto Tejada Gómez con el título Canciones al viento. Ellos explicaron en Radio Gráfica la profundidad de la obra: “Seleccionamos doce poemas y ocho canciones y las alineamos para escuchar a la vieja usanza, esto quiere decir, con un hilo conductor. Alberto Tejada Gómez sigue siendo una referencia muy fuerte porque su poesía entra en el cuerpo y en el alma. Una poesía completamente actual con vivencias y paisajes asombrosos”.
Con el tiempo va agigantando la figura de Tejada Gómez. Es como Gardel o Piazzola. Mientras más lo investigás, Tejada se hace más grande e inagotable.
Héctor Minutillo, creador de Desde el Origen y profundo admirador del poeta mendocino, reflexionó sobre la figura de Tejada Gómez:
“¿Que decir sobre el poeta? Alguien que nació en un recodo de Guaymallén. Cultura huarpe. Hijo 23 de 24 hermanos. El 24 fue el Toto, quien años más tarde, en el poema Hay un niño en la calle, lo nombra: “Cae el toto con su poquita sangre“, la policía lo mató de un tiro en la cabeza al lado de él por el robo de una gallina. Armando Tejada Gómez, profeta del viento. Como no iba a serlo si de un hombre sin estudio llegó a ser semejante poeta. Cuando fue diputado mendocino por la UCRI, cada discurso suyo fue una obra poética. Un hombre que le abrió la cabeza a toda la generación con esa hermosa poesía del carcelero: “Estamos prisioneros carcelero. Yo de tus torpes barrotes, tu de miedo“. Un hombre que a través de la poesía le habló al amor en Zamba Azul y en un montón de otras canciones. Supo levantar la bandera de los humildes. Supo ser la barricada poética. Supo decirle a Borges, cuando le entregaban el premio Honoris Causa en Inglaterra, que a nosotros nos matan de hambre por las tierras. Es alguien que extraño y espero. Por eso le dediqué este poema:
“Como será el arca / Esa que estás fabricando en tu astillero de cielo / Para venir a rescatarnos / Armando Tejada Gómez”.